miércoles

Me gustaría que me busque toda la policia. Que haga un rastrillaje detallado. Tener a todo un aparato mas o menos de considerable tamaño, pendiente de mí. En connivencia con la prensa. Saber que en cada televisor habrá un periodista mirando a camara y explicando las cuestiones de mi fuga. Que la gente en sus casas piense en la idea de un delincuente suelto que puede entrarles a la casa. Yo abro mi cerveza. Abro mi bolsa. Prendo mi cigarrillo. Miro por las ventanas de las casillas en altura a la traffic pasar poran la autopista. Me buscan por las zanjas del costado de las rutas. La mañana está despejada y dos chicos toman cerveza mirando a la autopista del Oeste. Yo voy pasando de casa en casa y comiendo lo poco que me ofrecen. Si tuviera largavistas los usaría para mirarlos cómo hacen que me buscan. Pero me pone triste el hecho de saber la verdad. Porque yo sé la verdad y ellos tambien pero hacen como que no. Construyen todo lo posible que puedan construir para hacerme creer que me buscan. Y eso es un bajon horrible. Me ponen mal. Me gustaría que me encuentrenn ahora. Estacionen una camioneta gigante y prendan las luces altas directo a mi cara. Que me apunten, al menos dos o tres oficiales, y yo no poder mirarlos porque me da la luz en la cara. Que me avisen por altavoz que están por delante y que estánpor detrás tambien. Todos apuntandome. Y que se lancen a llorar todos los bebés dentro de sus casillas. Y que los perros se arrollen unos con otros y peleen en el espacio que hay entre el movil policial y yo. Que se escuchen cómo se cargan las armas de todos los socios que tengo en cada una de las casillas. Ellos cargan y sus mujeres esconden a los bebés. Todos disparamos. Disparos cruzados de la tierra a las ventanas del segundo piso. Al techo de la camioneta le llueven los puntazos de plomo que hacen chispas cuando rebotan en la chapa.


viernes

El karateca tocaba la corredera con mucho afecto. Miraba los cuadros en las paredes a través del cañón. Prendía un cigarrillo, tomaba un trago de cerveza, jugaba con el cargador vacío. Le pregunté si no le molestaba que le cargue un cartucho. Me dijo que no le molestaba pero estaba nervioso. La incertidumbre le hacía muy mal. No podía evitar la sensación de ser derrotado por la incertidumbre y la falta de control.
Al muelle recuperador no le daba ni bola. Pensar que el muelle recuperador es una pieza importante para el arma. Pero por algún motivo, siempre queda rodando en soledad sobre las mesas donde se desarma una pistola. Fue creado para la la compresión y la extensión. Es un resorte que da estabilidad. A nadie le importa. Pobre recoil spring.


Esquema de partes de la Vz.82, segun el manual oficial del ejercito Checo (1983)


Lámina de reconocimiento de partes, por el ejercito checo (aprox. 1982)

El calor que hacía en el jardin nos mantenía en el living con el aire acondicionado tan fuerte que casi nos congelaba. Usábamos ese sistema congelamiento- incineramiento. Juntábamos frío en el living y salíamos al calor excesivo, de humedad completa y ausencia de viento. El viento es algo que mueve las hojas de los arboles en otros lugares menos aquí, me decía el karateca, atontado por la doble exposición, entre las brasas del asador y el sol golpeando el techo sin aislante termico de la galeria de los padres del karateca, que todo construian a medias, y si no a medias, con materiales que por fuera simulan ser lo que no son por dentro. El precio de tener una casa a simple vista bien mantenida y prolija donde nada funcionaba de modo correcto. Tenian una galería coqueta. Bien hecho el asador. La paredes de ladrillos vistos. El techo blanco, recien pintado. Una enorme mesa de jardin con sus respectivos sillones para doce comensales. Una piletita para escurrir las verduras. La canilla de la piletita goteaba y los caños de la piletita estaban semi tapados. Por ende la piletita vivía llena de agua estancada con restos de grasas y de insectos. Volviendo al techo de la galeria que no estaba aislado, el problema era que te incinerabas lentamente al permanecer en ese lugar. Las bebidas se calentaban apenas tomaban contacto con la temperatura ambiente. 
Todo tenía que vivir por siempre dentro de la heladera para poder sobrevivir.