miércoles

algo se ha quebrado allá atrás
no sabría decir cuándo
ni en qué momento
una pieza ha desaparecido
al recorrer la casa
no sabría decir si por el ruido
o el silencio
si habría que culpar al sonido
no lo sé
una astilla ha sido revuelta entre el viento
y ha dejado su lugar a la intemperie
los años pasan
y las copas de los arboles van adaptándose
a la inclinación del tronco
las raices crecen tomando terreno
para sostener el peso desviado
algo sopla y arrastra
todo eso que nos acompaña
quisimos dejarlo atrás
muchas veces
entender que las olas golpean con fuerza a las rocas
hasta volverlas armas resbalosas
mantos verdes espumosos
les crecen


A William Carlos Williams, a mi papá y a mi mamá.

sábado

me da miedo hacer palabras de algunas cosas

mi papá desde luego que no podía;
jamás pudo. mi mamá, no comía;
por lo tanto, era incapáz de alimentarme.
mi papá gustaba de jugar entre las líneas
del quién resiste más
esta situación horrible
ésta criatura que ha venido a rompernos.
mi mamá era capáz de evocar los ruidos de las castañuelas
en cada paso que daba
oscura, herida, develada.
él se había ido, por fin
y me parece que fue como haberla despelechado
la carne en brasas, mi mamá, una criatura huérfana
entendiendo a golpes brutos
que él se había ido y también ella lo había dejado ir.
me parece que fue un estallido
y además, creo que fue un dolor progresivo
todo a la vez.
su primordial tarea fue buscarlo en mí
lo inspeccionaba en mis uñas
en mis dedos
en los gestos de mi cara.
(terminó vistiéndose parecida a él)
la tarea preferida de mi papá
era el silencio. dabamos muchas vueltas en auto.
me ponía el cinturón - aún hoy lo hace, tengo 26 años-
yo lo admiraba desde lo profundo de mi corazón
mi papá era el hombre al que nunca se le acababa la nafta.
los domingos, los sabados a la tarde
un hombre de 31, 32 años y una pequeña
ruluda de 2, 3 años
dabamos vueltas por la ciudad vacía
él y yo, solos, cada uno con su cinturón.
repetíamos el recorrido, las calles eran nuestras
los sábados a la siesta y aún más los domingos.
a veces llegabamos al campo
a los eternos cañaverales que me lo quitaban
todas las cosechas
se me perdía por ahí, surcando su soledad
la mía
la de mi mamá
que a través de mí lo ha esperado
desde aquella vez
cuando pensaban que yo los había separado para siempre.
huíamos por la ruta
me explicaba la intensidad del color verde en las hojas
el grosor del tallo y la robustez de las raíces
hasta el horizonte, hasta donde me llegaban las facultades de la vista
todo minado de azúcar.
de repente me acordaba de mi mamá
y sufría por ella
y mi papá lo sabía -siempre lo supo-
pero lo acallaba desaforadamente
escapando con lo que le quedaba de ella
sentado a su lado con un cinturón de seguridad
y una cantimplora verde que le había regalado ella
y que el usó muchísimos años.
creo que hay partes que jamás entendí
nunca me hablaron del momento en que se enamoraron
nuestra historia empieza el día que él le grita
puerta de por medio
que se vaya por favor
y llora y se cae
y a ella le tiemblan
-del otro lado-
los labios, como todavía ahora le tiemblan
cuando algo le surca el corazón
y se lo va destruyendo como una bala
atornillándose, tomándose su tiempo
hasta revanarla por completo.
el amor, entre nosotros tres
siempre ha sido el de los inertes
que en medio de una reunión
se retiran al baño a llorar.
cada vez que coincidimos
en situaciones inevitables
hacemos como si nada
tres dados
que pueden rodar por separado
pero que después se juntan en el mismo vaso
a ser mezclados
para volver a salir despedidos
cada uno por su lado
solos
cada uno con sus recuerdos.
el día que me recibí
él se acercó a ella y le dijo:
te felicito
y ella levantó los ojos
y le dijo: gracias, igualmente
la vi felíz
mi mamá casi nunca se entrega
pero él lo hace de un modo
irresistible
y ella sucumbe
30 años después
sin interrupciones
al motor ciego
al zumbido que la molesta
y que no sabe detectar.
yo los vi ese día
no los había visto nunca antes
no sé si los volveré a ver algún día
otra vez.

miércoles

tengo tantas deudas para pagar: el cable, el gas, las expensas. a veces tengo una frase que se me cruza rapido que dice: vamos a la casa ya, vamos. debe ser por el episodio en el que me sublevé en el jardín de 4 años sobre la punta del tobogán. todas las maestras, incluída la directora y las conserjes,tratando de no forzarme pero de convercerme a bajar. llega mi mamá: bajá ya de ahí. nadie sabía que hacer. mis compañeros en las aulas, gritaban. las maestras todas alrededor del tobogán y mi mamá amenazandome con las peores consecuencias. no me bajaba. llega mi papá: vamos, vamos a la casa, bajá y vamos de aquí. me tiré por el tobogán y le agarré la mano. las maestras murmuraban, mi mamá indignada -ella no lo había logrado-. tengo deudas y actividades varias, no sé si tengo tantas ganas de hacerlas. espero algo, no sé qué es, pero espero. anoche soñé que me decías: ¿te acordás que nuestra primera cita fue un desastre?. me levanté pensando en eso. yo creo que no. que había sido demasiado buena. y que tuvimos varias primeras citas durante mucho tiempo. ahora mi papá llama pero no me dice: vamos de aquí, vamos a la casa. ayer hablé borracha sobre el diván, ni sé qué dije, en todo caso le debe haber servido a la psicóloga, ni a mí, que sólo perdí plata que podría haber gastado en mis deudas. extraño a mi hermana, vi una foto suya en facebook y pienso en cómo estará, ya no comemos juntas al mediodía y no sé cómo le va en la facultad. extraño a mi perro. espero que no me olvide.

sábado

camino todas las mañanas a través de una plaza. llego al palacio y subo las escaleras.
hay mucha gente ridícula. y hay palomas
sobre los globos de las lamparas.
si se cayera alguna, explotaría como esas cosas
que de momento a otro
seguro
sabés que no pueden sostenerse más.
es un lugar donde las corrientes de aire
se desplazan a la velocidad en que la seda se raja
te pasa el viento por debajo de la naríz
y hace oler el propio aliento.
a veces fumo muy temprano
a veces me cuesta tanto
que, a duras penas, los restos de la pasta de dientes
pulula entre el labio superior y las fosas nasales.
es absurdo, pero me paro en algunas de las mamparas
de cualquiera de los 3 pisos del palacio
y trato de buscarte.
nunca fuiste conmigo.
pero te confundo en los amontonamientos de los lunes y jueves.
entonces apuro el paso o me detengo.
veo tantas caras. tantos pies.
escucho conversaciones que no logran traerme a este mundo.
yo voy cruzando un subterráneo
donde los pájaros se me tiran encima
y me llenan de polvo y plumas.
voy trazando un prado oscurecido
por el follaje de la arboleda.
voy delineando un canal
donde irán a perderse las embarcaciones.
voy entrando al espacio donde la nave va a expulsarme
sin casco
sin oxígeno
sin traje de navegante.

miércoles

quería escribir un poema que diga: "también has sido mi familia", pero "familia" no me gusta para una poesía y no puedo pronunciarla más de dos veces seguidas sin que se me anude la garganta. quería escribir "has sido mi familia, también". pero no puedo hablar de eso sin que me arda la garganta. entonces voy a cambiarla por nido o algún lugar así; esos que se evocan, que se buscan constantemente.