jueves

Uno de los hombres rudos se para a mi lado y me dice en voz baja: la chica es hermosisima y tiene una infinita cara de culo. Mirála cómo trata a la gente. Mirála, tiene mucho odio ¿Cuánto odio puede tener una chica tan linda para darnos? Me gustaría preguntárselo ¿Por qué sos tan bella y por qué odiás todo lo que mirás?. No tendrías que pasarla mal. Para qué. Las mujeres que están tan buenas como vos solo deberían andar por la vida cagándose de risa. Bajándole la caña a todos los muchachotes fornidos y guitudos que se les crucen.
Se ríe y se le pone la cara colorada. Colorada como los alcohólicos. Como un cerebro que va a estallar contra las paredes del ascensor. Casi veo la velocidad por la que corre la sangre a través de sus venas. Se ahoga de la risa. El esmalte de sus dientes es amarillo. Es completamente amarillo. La chica lo mira y comienza a reírse también. Los dientes de ella son blancos y están ubicados todos donde tienen que estar. No hay falta de armonía en las hileras de sus dientes. Su sonrisa se sostiene gracias a la oblicuidad de su dentadura. Veo un prado fresco gracias a la menta y a los limones. Eso es lo que veo cuando la chica sonríe. Y también veo una caverna de la que entran y salen unas ratitas amarillas. Picarescas y desagradables, jugueteando entre ellas. Eso es lo que veo cuando el policía me muestra sus dientes. Y él lo sabe y le genera un inigualable placer.
Bajamos unas escaleras y nos acercamos a los calefactores. El calor que tiran me da en el cuello y me seca la transpiración que traje de la calle.
Esperamos un ascensor que nunca paraba en nuestro piso. Y cuando paró, después de mucho tiempo de esperarlo, una chica abrió la puerta y le vi la cruz de cartuchos dorados que llevaba sobre su torso.  No soy una cazadora, me dijo, solo vengo a avisarles que este ascensor no para en planta baja. Yo miré al espejo que estaba colgado en el ascensor y vi que por detrás mio bajaban las escaleras unos hombres fuertes, con la piel de la cara ajada y una gorra que decía PFA en amarillo. Le contesto a la chica del ascensor que mi cliente está esposado y que necesitamos el ascensor con mucha mas urgencia que el resto de las personas que está subida ahí, yendo de un piso al otro, chequeando juicios que no se van a terminar hoy mismo.  
Me mira pero no me responde. Los pasajeros del ascensor buscan papeles en carpetas, trabajan amontonados dentro de ese cuadrado. Los hombres de gorra se paran detrás de mí. Las chica que comanda el ascensor dice: ellos son búhos, tienen sangres fosforescente. usted entiende, usted sabe lo que le estoy diciendo. los búhos vuelan de árbol en árbol por la noche y pueden verse unos a otros gracias a la sangre. 
En cambio usted no es nada, no es ningún animal ¿usted podría comprobarme su velocidad? Me refiero a que usted no ha heredado la velocidad de ningún animal de primera linea. 
Mi cliente me dice en secreto: se refiere a que usted ahora está soñando. Que ahora es jueves y que son las 7 y 30 de la mañana. Alarma. Apague teléfono. Alarma. Alarma. 

lunes

tenía todo el cuello transpirado
y soñaba que sostenía el volante de un tractor
y que desde atrás me decían
no podes doblar
no podes frenar
no te salen bien los cambios
pobre persona la que te contrató
ojalá nunca se entere lo mal que manejás
no te des la vuelta
no podés mirar al pasajero que llevas atrás

hablaba por radio con alguien
le decía: es la llegada de la nueva estación
quiero volver y secarme todo el cuerpo
después acostarme en una cama
en un cuarto
en una casa limpia y ordenada