miércoles

En las épocas que trabajaba para la oficina llevando y trayendo papeles había llegado un momento en el que los tres ambientes quedaban chicos para la cantidad de cosas que tenía adentro. Alquilaron un monoambiente vecino, y así como fue entregado el departamento, con el piso de madera sucio de tierra que se sopla fácil, empezamos a meter papeles ahi adentro también.
Yo era el que llegaba primero por las mañanas y cada vez que abría la puerta, me parecía ver un bulto negro que se escondía apenas prendía la luz. A veces lo encontraba pegado a la puerta de entrada. Me esperaba. Empecé a entender sus señales, sus formas de querer comunicarse conmigo. A medida que pasaban los dias, abría la puerta con mayor velocidad logrando dispersar una onda de viento que hacia volar algunas pilas de papeles, pero aun asi, tan ingenuo como soy, no lograba dejar de notarle algún contorno. Ese contorno me avisaba que el bulto negro seguía ahi. También podría haberse interpretado como una nube de humo negro o como una bola difusa de energía concentrada, que de todos modos, para mí, ya cumplía el rol de un animal peligroso encerrado en una oficina del centro.
Me es muy difícil explicar el nivel de miedo que me producía esa aparición negra y movediza. Podría decir, ponéle, que era algo parecido a imaginar lo que sería tocar a un cocodrilo. Acercarle una mano sabiendo que lo hacés con miedo y que la inminencia del mordiscon es insoportable. No podés tocar al cocodrilo porque sabés que sos una personita que, con un miedo tremendo, va a tocar algo que no conoce. Porque al tocarlo, si sos medio boludo, vos crees que ya resolviste el miedo al cocodrilo. Pero como en el fondo no sos tan boludo, entonces sabés que algo deforme podría suceder y las cosas quedan así. Vos y el cocodrilo esperando que caiga un rayo y parta el departamento en dos, así vos te puedas escapar y el cocodrilo quede en libertad.
Igual esto no era algo que tenga forma, ni siquiera podría decir que era algo vivo, solo era una mancha negra en la visual que me esperaba todas las mañanas detrás de la puerta de la oficina y que cuando abría la puerta, se deslizaba dejando solo un pequeño borde negro como mensaje.
En el ultimo tiempo que trabajé en esas oficinas, todos los días me levantaba cada vez mas cansado. Yo le atribuía a la mancha negra todo este resultado. Había elaborado una explicación que tenia que ver con que el bulto negro era un mensaje que venía a advertirme sobre la muerte. La progresividad de mis cansancios eran los peldaños que iba subiendo hacia la falta de vida absoluta. Sin embargo, ningún otro habitante de la oficina experimentaba fatigas ni malestares, por lo tanto, decreté que la mancha negra era un ave voraz que quería mi cabeza.
Cuando se cumplía mi horario de trabajo, volvía a mi casa a intentar dormir. Me ponía objetivos que evolucionaban a medida que pasaban los días, por ejemplo, irme a dormir cada vez mas temprano. Nunca pude hacerlo y en cambio, me ponía a  hacer cosas nada precisas o arreglaba detalles de la casa que no generaban un cambio significativo.
Pasaba lo mismo cuando era el ultimo en irme de la oficina. Apagaba todas las computadoras, desenchufaba la cafetera (un dia se me ocurrió que quizás el problema era que los aparatos que quedaba enchufados emanaban una corriente que rebotaba durante la noche por todas las paredes y que al otro día, al darle luz, ese corriente se concentraba y se formaba la bola negra), bajaba las persianas y cuando apagaba el ultimo foco, ponía un pie en la salida y dejaba otro adentro del perímetro de la oficina y me concentraba a mirar para adentro, en la quietud, si algo se movía. Pude ver la totalidad de la bola negra abrazando todo el espacio, incluyéndome.  

viernes

Un titular del diario con el que están haciendo torniquetes para mezclar con el carbón dice: "EXTRAÑOS REMOLINOS ATERRAN A UN PUEBLO DE SANTIAGO DEL ESTERO". La nota es corta y la leo antes que se vuelva torniquete:

"El remolino da la sensación como si la tierra estuviera siendo atraída por una fuerza extraña", indicó uno de los viejos pobladores del lugar y aseguró: "Nunca antes vivimos una situación parecida, menos tan prolongada como este viento que no tiene explicación".
Diversos meteorológos consultados sostuvieron que el fenómeno "puede ser provocado por las altas temperaturas y sequías, formando lo que los lugareños llaman remolinos de demonio". (Télam)

Me gusta verlos producir y generar cosas. Admiro la fuerza de voluntad, porque no sé, yo no la tengo. Mas bien, creo que en algún lugar algo hay, pero no puedo dirigirme hacia esas fuerzas. Por ahí, en otro momento, hubiera tenido rabia y hubiera deseado que les vaya mal, pero ahora, qué se yo, que hagan cosas es mejor, así me entretienen. 
Les deseo mucho éxito. Un arrasador éxito que los embista y no los deje parar. Les deseo mucho progreso y que sus proyectos lleguen a un fin aun mas productivo que al anterior. Que alguien les pague por lo que hacen y que puedan vivir de eso. Que brinden, que se abracen, que charlen sobre sus logros, que se sientan superiores. Que torniqueteen todo lo suficiente como para no parar nunca mas una rueda loca que se deslice y cruce las fronteras. Eso sí, espero que si la rueda pisa las tierras del pueblo de santiago del estero, el remolino del demonio se porte bien y se haga a un lado. Espero que crezcan. Que superen sus producciones y que ganen muchísima plata. Que se compren ropa cara y se muden de la casa de sus padres. Que den notas en los diarios locales y que las levanten en diarios nacionales. Que  productores de la capital les manden mails, interesados en sus obras, y les propongan salir de acá. 
Va a ser una forma de vida distendida, ocuparán lugares de trabajo que los haga sentir bien, tan bien, que ni van a sentir que están trabajando. Después, dios nos escuche, salgan en la tele y el evento de la tele se convierta en otra nota de un diario. Y que las familias guarden el diario del día en que los chicos aparecieron. Y después, unos años mas tarde, venga alguien y los use para hacer un asado. Un asado que no es solo un asado. Un asado que está rodeado de un evento que trasciende al asado. 

jueves

Bajé sin los diarios y la galería estaba cubierta de parlantes, caballetes y demás artículos que acaban de aparecer. Había llegado la banda del karateca. La clásica agrupación constituida por hombres y mujeres jóvenes que con esfuerzo y dedicación producían un evento circundante al asado. Al parecer las cosas se daban de ese modo.
Un asado era un llamado para montar mini eventos alrededor de él. El karateca hacía esfuerzos buena onda para integrarme al grupo para que así, de tal manera, haya un nuevo integrante buena onda mas. Mi mal humor no me permitía la lucidez suficiente como para ser adulto y charlar o interesarme sobre las cositas que iban produciendo. En cambio, me dediqué a confrontar y a no entender sus motivos. Igual pude observarlos, ahí, tan concentrados en enchufar cables y mover de acá para allá adminiculos.
Concentrados en sus tareas y muy sueltos y relajados, algunos largaban risotadas de excitacion y otro operaban en silencio.
Las chicas pintaban carteles con tempera sobre cartulinas y después los pegaban en lo alto de las paredes y los enmarcaban con guirnaldas. Un grupo preparaba el  acompañamiento de la carne en la cocina mientras discutían sobre las bandas de reggaeton que elegía el que tenía el rol de DJ. Pregunté, cómo pude, qué estaban haciendo y al pasar me contestaron que armaban una tocada. Que al final la banda que se había formado en la noche de navidad se había copado y querían seguir con el proyecto.
Me gritaron desde la esquina del asador dónde tenía los diarios y les dije que no había encontrado nada. El problema se resolvió rapidísimo. Uno de los chicos, descalzo y en bermudas, subió a la misma habitación a la que me habían mandado, trajo la pila de diarios  que yo no me había animado a tocar y la dejó sobre la mesada.
Completaron el armado del fuego y todos transpirábamos cada vez mas. Goteábamos con facilidad. Pero la cuestión no era preocupante. Los hombres quedaron con el torso desnudo y las mujeres se pusieron bikinis.
Tema resuelto.

sábado

Me habían mandado a buscar papeles para el fuego. Tuve que subir a las habitaciones del primer piso y entrar al cuarto donde guardan ficheros de lata de colores verdes y grisáceos contenedores de carpetas de cartulina de color, una biblioteca que ocupa toda una pared, desde el piso hacia el techo y dos escritorios montados uno sobre el otro. En las partes sin muebles, había cajas de diferentes tamaños cubiertas de capas gruesas de polvo denso, negro; camino a ser una bola de pelos y pelusas. Yo tenía que encontrar una pila de diarios, que según el karateca estaban ahí, metidos entre los estantes y los escritorios. Algunas cajas tenían sus tapas abiertas y podía ver tapas de revistas científicas escritas en ingles. Al pasar a vista de caja en caja, en espacios pequeños y vacíos encontraba adornos poblados de mugre fosilizándose. Ademas de los adornos a los que no le podía distinguir el diseño ni el lugar de procedencia, encontré medallas engarzadas en pedazos de madera, como portarretratos. Eso era claramente un galardón, un premio que alguien esa casa se había ganado. Cuando encontré la pila de diarios, tuve la sensación que alguien los guardaba por algún motivo y que, por ende, no tendríamos que usarlos para prender el fuego de un asado. Dudé un tiempo muy largo que me sirvió para mirar con detalles el resto de la habitación. Aparecían mas cajas y las pilas de revistas sobre arte y tecnología aplicadas a la informática, escritas en ingles y en alemán se repetían en otras zonas de la habitación. 
Pensé que ni en pedo iba a hacerme responsable de sacar un diario que estaba guardado ahi adentro, y al salir de la habitacion, vi una revista abierta que decía esto:






Me pareció curiosa la elección  del ejemplo que usó el autor. Quién será el tipo que escribió esto. Qué habrá estado haciendo mientras escribía este libro. Cómo será su cara y su cuerpo, en general. Porqué Lewis Carroll. Cuál es el motivo de, ademas, insertar un gráfico de la escena. La figura me da miedo. Los trazos del dibujo son lineas negras, débiles y rectas que usan el contraste del blanco original de la hoja para darle forma a los cuerpos de esos horribles mellizos. Poblar la escena de un bosque difuso, donde no se ven las copas de los arboles pero, en cambio, sí, el inmenso grosor de los troncos; lo que te hace imaginar por adhesión, que sus raíces son deformes y gigantescas y cubren todo el suelo del bosque con trampas mortales. Los mellizos son el mal y la destrucción. Lo veo en la comisura de sus bocas de sapos humanoides. Todo en sus caras incita a que veas las lineas que están dirigidas hacia abajo, hacia abajo de la tierra, hacia abajo de todo. No me gustan las caras de esos dos gordos pelotudos. Ni me cae bien ni me seduce esa pequeña niña que, al parecer, tiene unos rasgos perfectos y un pelo fantástico. 
Cierro la puerta del cuarto y me pongo de mal humor. Me parece que me tienen harto. Me parece que estoy empezando a aburrirme demasiado. 


domingo


"IGUALDAD - LIBERTAD- COMUNIDAD"

Para sostenernos uno al otro habíamos propuesto tres ideas por las que nos regiríamos en todo momento y bajo cualquier circunstancia. Nuestro frente de ataque podría expandirse pero aun no lo teníamos muy en claro. Necesitábamos medirnos con la vara de la libertad en nuestras acciones; en cuanto a la munición y en todo lo que tenía que ver con el uniforme. Pero para ser libres necesitábamos colaborarnos, complementando las ideas de uno con las ideas del otro. Queríamos un universo de expansión y fugas. Estaríamos en diferentes lugares en una misma hora. Estaríamos usando diferentes vestuarios y ejerciendo múltiples trabajos en ciudades muy alejadas. Todo en una misma hora. Un hombre de traje y pañuelo al cuello sentado en un restaurante, tomando un copa de vino, habla con dos mujeres sobre diferentes temas. Van pasando de una cosa a la otra sin concluir ni cerrar nada. El mismo hombre a la misma hora es visto en un boliche frecuentado por adolescentes, usando una remera escote en V, anteojos espejados y botas tejanas, tomando champan con Speed sobre la barra y hablándole a dos chicas sobre temas diferentes, variando en su calidad y su extensión, contando aventuras de dudosa procedencia, pasando de una cosa a la otra sin concluir ni cerrar nada.

martes

Me senté en la cabecera de la mesa porque era algo que nunca había podido hacer con mi antigua familia.
Esta gente, en cambio, no tenía problemas con el status marcado por la silla que se ocupe. Así que una sensación reconfortante me atraía al asiento, era un mensaje de libertad. Esa silla era muy cómoda  y las piernas y los pies descansaban de mí y del resto del cuerpo.
Tan a gusto en la cabecera, vi sobre la mesa botellas de cerveza y diferentes tipos de vinos listos para mi elección. Me acercaron un vaso de trago largo, de vidrio poderoso y entonces me pareció que tenía que tomar esa cerveza helada como en muy pocas casas se puede encontrar.
Empecé contando fragmentos desordenados sobre el trabajo que hacía cuando vivía en Buenos Aires. Los pedazos de las historias iban ensamblándose sin que yo pueda evitarlo.
Conté sobre los papeleríos. Una oficina de tres ambientes llena de papeles que describían algún motivo. Los motivos parecían variados pero finalmente todos terminaban igual.
Pregunté si se podía fumar y a nadie le importaba que el living se llene de humo. Me pareció una situación excepcional en comparación con las medidas de salubridad que toma la gente con sus casas hoy en día. Fumando cuento mejor las cosas. No sé qué en el tabaco me da energía y no me permite desanimarme mientras cuento la historia. En general me desanimo cuando voy por la mitad. Las mitades son terribles para mí, no sé manejarlas; las tiro para cualquier lado y después cuando quiero recogerlas, al menos una, ya está perdida.
Me preguntaban sobre los típicos temas llamativos. La cárcel, los presos y los delitos sexuales. Qué se yo sobre esas cosas, ni idea, yo solo era un empleado que llevaba papeles de un lado a otro tratando de hacerlo en el menor tiempo posible, para así, ganar mas tiempo en donde se pueda meter otra cantidad extra de papeles.
Pero había una imagen asociada a la cárcel que veía con mucha frecuencia. Mientras iba camino a llevar y traer papeles, siempre pasaba por una de las puertas laterales de los tribunales. En ese lateral había un portón de lata y hierro que se usaba para entrada y salida de los presos que eran llevados a declarar.
La vereda se llenaba de mujeres con hijos y bolsas de plástico esperando apoyadas sobre el portón.
La vereda era angosta y siempre estaba ensombrecida por los camiones de traslado de los internos y un par de autos patrulleros de refuerzo.
Los custodios de los camiones se miraban con las mujeres de los presos y sus hijos pero nadie hablaba, al menos nunca se hablaron mientras yo pasaba por el medio.
El suelo quedaba como terreno de circo. Húmedo de líquidos mezclados de vaya a saber qué procedencia. Algo así como leche, con jugos artificiales de colores y la pis de los hijos en la edad que ya no usan pañales; entonces las madres para no alejarse del portón, les enseñan a a hacer pis contra la pared de mármol.
Nadie les levantaba la voz ni nada de eso.
Colillas de cigarrillos mezcladas con el agua marrón estacionada en el cordón cuneta.
Miles y miles de papeles de golosinas, casi todos envoltorios de golosinas muy baratas pegajoseandose sobre tarjetas de abogados que pasan y se tiran un lance.
El momento en el que se abre el portón es un tiempo incierto y la expectativa se convierte en un rush de adrenalina fatal. ¿Quién saldrá? ¿Será tu marido? ¿Será el marido de tu vecina? Algunas van porque sus hijos están metidos adentro y llevan de la mano a sus nietos para que el padre los salude al pasar entre el portón y el camión.
Los que no tienen ni esposa ni madres siempre tienen alguna prima cariñosa que les hace el aguante o alguna noviecita que va a escondidas y se para un poco mas alejada del portón.
La cuestión es que cuando se escucha un crick que hace la tranca que está puesta por el lado de adentro del portón, el murmullo crece y el amontonamiento se pone caótico. Hijos chicos tienen que agarrar fuerte la mano de la mujer con la que vinieron.
A los detenidos no les tapan las caras para que puedan hacer contacto visual con sus familias pero sí van esposados con las muñecas hacia atrás y escoltados por dos guardias. Se gritan cosas. Se tiran mensajes. Corren alguno códigos transformados en números o nombres de gente que no existe.
Como hay mucho griterío, asumo que el preso al salir, en ese corto tramo entre el portón, la veredita y la entrada al camión debe estar en su máximo poder de concentración para escuchar el mensaje.
Porque después se cierran las compuertas del portón (que parece automático pero está manejado por dos oficiales de seguridad que manipulan el mecanismo de seguridad) desde unas sombras del interior de tribunales.
Y luego cierran las puertas del camión de traslados.
Algunos se trepan para mirar por unas ventanitas enrejadas y saludan a donde pueden.
Las mujeres y los hijos les responden. Y eso es todo. Hay que esperar hasta la próxima.
La vereda queda despejada e intransitable por la cantidad de basura acumulada.
¿Eso es todo? me preguntan en la mesa
Sí.
También puedo contarles la historia del gaucho que entró a tribunales con un sombrero medio brilloso y hablaba del indio Solari. Pero no sé si tendrán ganas.

miércoles

Me gustaría que me busque toda la policia. Que haga un rastrillaje detallado. Tener a todo un aparato mas o menos de considerable tamaño, pendiente de mí. En connivencia con la prensa. Saber que en cada televisor habrá un periodista mirando a camara y explicando las cuestiones de mi fuga. Que la gente en sus casas piense en la idea de un delincuente suelto que puede entrarles a la casa. Yo abro mi cerveza. Abro mi bolsa. Prendo mi cigarrillo. Miro por las ventanas de las casillas en altura a la traffic pasar poran la autopista. Me buscan por las zanjas del costado de las rutas. La mañana está despejada y dos chicos toman cerveza mirando a la autopista del Oeste. Yo voy pasando de casa en casa y comiendo lo poco que me ofrecen. Si tuviera largavistas los usaría para mirarlos cómo hacen que me buscan. Pero me pone triste el hecho de saber la verdad. Porque yo sé la verdad y ellos tambien pero hacen como que no. Construyen todo lo posible que puedan construir para hacerme creer que me buscan. Y eso es un bajon horrible. Me ponen mal. Me gustaría que me encuentrenn ahora. Estacionen una camioneta gigante y prendan las luces altas directo a mi cara. Que me apunten, al menos dos o tres oficiales, y yo no poder mirarlos porque me da la luz en la cara. Que me avisen por altavoz que están por delante y que estánpor detrás tambien. Todos apuntandome. Y que se lancen a llorar todos los bebés dentro de sus casillas. Y que los perros se arrollen unos con otros y peleen en el espacio que hay entre el movil policial y yo. Que se escuchen cómo se cargan las armas de todos los socios que tengo en cada una de las casillas. Ellos cargan y sus mujeres esconden a los bebés. Todos disparamos. Disparos cruzados de la tierra a las ventanas del segundo piso. Al techo de la camioneta le llueven los puntazos de plomo que hacen chispas cuando rebotan en la chapa.


viernes

El karateca tocaba la corredera con mucho afecto. Miraba los cuadros en las paredes a través del cañón. Prendía un cigarrillo, tomaba un trago de cerveza, jugaba con el cargador vacío. Le pregunté si no le molestaba que le cargue un cartucho. Me dijo que no le molestaba pero estaba nervioso. La incertidumbre le hacía muy mal. No podía evitar la sensación de ser derrotado por la incertidumbre y la falta de control.
Al muelle recuperador no le daba ni bola. Pensar que el muelle recuperador es una pieza importante para el arma. Pero por algún motivo, siempre queda rodando en soledad sobre las mesas donde se desarma una pistola. Fue creado para la la compresión y la extensión. Es un resorte que da estabilidad. A nadie le importa. Pobre recoil spring.


Esquema de partes de la Vz.82, segun el manual oficial del ejercito Checo (1983)


Lámina de reconocimiento de partes, por el ejercito checo (aprox. 1982)

El calor que hacía en el jardin nos mantenía en el living con el aire acondicionado tan fuerte que casi nos congelaba. Usábamos ese sistema congelamiento- incineramiento. Juntábamos frío en el living y salíamos al calor excesivo, de humedad completa y ausencia de viento. El viento es algo que mueve las hojas de los arboles en otros lugares menos aquí, me decía el karateca, atontado por la doble exposición, entre las brasas del asador y el sol golpeando el techo sin aislante termico de la galeria de los padres del karateca, que todo construian a medias, y si no a medias, con materiales que por fuera simulan ser lo que no son por dentro. El precio de tener una casa a simple vista bien mantenida y prolija donde nada funcionaba de modo correcto. Tenian una galería coqueta. Bien hecho el asador. La paredes de ladrillos vistos. El techo blanco, recien pintado. Una enorme mesa de jardin con sus respectivos sillones para doce comensales. Una piletita para escurrir las verduras. La canilla de la piletita goteaba y los caños de la piletita estaban semi tapados. Por ende la piletita vivía llena de agua estancada con restos de grasas y de insectos. Volviendo al techo de la galeria que no estaba aislado, el problema era que te incinerabas lentamente al permanecer en ese lugar. Las bebidas se calentaban apenas tomaban contacto con la temperatura ambiente. 
Todo tenía que vivir por siempre dentro de la heladera para poder sobrevivir. 
Estábamos los dos alrededor de la mesa. Yo acomodaba las piezas en su debido orden para que luego, al rearmarlas, el trabajo no se vuelva dificultoso. La pintura final relucía y si tocabas la superficie pasando un dedo a vuelo rasante, la suavidad y la velocidad con la que se te desliza la mano, convierte todo en un acto de pureza que el karateca y yo nos merecíamos. 
Las terminaciones del cañón te hacían sentir directamente adentro de la máxima tecnologia. La maxima tecnologia es una sensacion que cada uno va moldeando segun sus pretenciones. Para mí la maxima tecnologia es la presencia de un dispositivo reluciente y negro donde me dejo estar. Puedo contemplar un aparato tecnologico apagado mientras leo todas las funciones que están impresas en su caja de embalaje. Un tiroteo de aplicaciones, una al lado de la otra, cada una con su logotipo. Ahí pienso, qué largo es el camino de las posibilidades, todo lo que se puede hacer con un solo aparato tecnologico. Un solo punto que dispara miles de posibilidades que decodificarán una sola cosa, que la mayor parte de las veces se concreta en una imagen. 
El karateca tambien estaba maravillado por el espectáculo que veía sobre la mesa. Le dedicaba un tiempo razonable a cada pieza sin animarse a tocarlas. Las contaba, me hacía preguntas, sonreía con cara de estar haciendo una picardía; y a pesar de entender que lo que estaba mirando y que tenía tan cerca suyo, podría ser algo malo para el resto, igual seguía adelante, disfrutando de la imagen. 
Tambien habiamos comprado comida rica para pasar los tiempos muertos que formaban la semana entre navidad y año nuevo. No trabajabamos ni teniamos responsabilidades que atender. Habíamos puesto una tira gigantesca de entraña en el asador y yo había decidido hacerle un regalo  a modo de instrucción sobre la vida fina al karateca. Le compré un whisky caro para que sepa lo que se siente.   Estabamos muy contentos porque teniamos la mejor comida, la mejor bebida, fumabamos como locos y nos ibamos a entretener muchisimo, no solo porque lo mereciamos si no ademas porque afuera no había nada y nos sentiamos muy desprotegidos. 
El karateca me cuenta que su amor por las artes marciales se fue construyendo con el tiempo. No me lo dice con esas palabras, usa terminos mas directos, me dice: yo le he ido teniendo amor al karate de a poquito.
Y en el fondo puedo intuir cómo. Los padres del karateca ven que su pequeño hijo tiene un cuerpo alto y delgado. Sienten que con esa contextura no va a poder defenderse en la vida. Tienen miedo que en la primaria los demás lo boludeen, lo usen como a un elemento que se arroja de mano en mano, lo manoseen, lo empujen y luego, una vez en el piso, sigan toqueteandolo, pateándolo, metiendole mano por cualquier lado. Entonces se les ocurre la gran idea de salvación: el rugby. Van en busca del rugby, que no es solo un deporte, también es un modo de forjarse hacia el éxito. El éxito corporativo. Un falso grupo de poder. Y en el rugby le dicen que si usa anteojos no va a funcionar. Como no se van a dar por vencidos, intentarán con el futbol pero parece que al karateca no le gusta patear pelotas o tiene reacciones alergicas a los bichitos del pasto, algun obstaculo de ese estilo. Aunque la esperanza de colocar al pequeño futuro karateca en el cohete de maxima velocidad que se detiene justo en la bola del exito va decayendo, de repente a la abuela Jenny se le ocurre una idea alternativa: que el nietito vaya a aprender karate. Esa disciplina tan pintoresca.

lunes

El olor a cigarrillo tiraba abajo la casa. La música sonaba al mismo volumen pero ya era de día. Cuando el sol entra a los interiores las cosas se ven peor. Se ven sus terminaciones. Se ven sus contornos con mas nitidez. Las cosas se muestran tal cual son y eso es muy agresivo. Por eso no tomo alucinógenos. Los alucinógenos me hacen bailar en un pasadillo de resplandores y me charlan, me dicen: "acá está toda tu mierda compacta y se ve brillante y contorneada de la mejor manera. Acá están todas las cagadas que te mandaste, te las vengo a mostrar y a no dejarte de recordar que todavía no ha pasado nada. Todavía no ha pasado nada porque todo lo que hacés es ir ejercitando una rutina en la que te vas moviendo y vas cansándote. El cansancio te impregna. Todos los días te levantás en el cansancio, caminás en el cansancio, te acostás en el cansancio y todos los días son iguales. Ojalá te vayas al carajo."
Hay un póster colgado en la pared central del cuarto donde suceden los eventos antes dichos. El póster dice: "MI PEOR ERROR EN LA VIDA ES HABER DADO DEMASIADA ATENCIÓN A PERSONAS QUE NO VALEN LA PENA". La palabra "peor" está escrita en naranja, "Atención" va con una tonalidad del colorado fuerte al bordó y "pena" en verde. Son esas frases que se viralizan a través de grupos de facebook. Yo tenía el cuerpo endurecido a pesar de las horas que habían pasado desde la medianoche. Eran las 6 de la mañana. Estos chicos seguían con mucha energía para intercambiarse. Me fui al baño a ver cómo tenía la cara y el peinado. No hay forma de poder reestabilizarme solo lavándome la cara pero al menos sacándome las lagañas de los ojos y peinándome las cejas, algo pueda empezar a ordenarse, aunque sea minimamente. Busco mi celular porque sé que en mi casa pueden preocuparse por mí. Mucha gente muere en las fiestas de fin de año. Sé que debería jugarme por un destino incierto, de una vez por todas. Saber regular la carga que me produce que los demás se preocupen por mí. Mi destino incierto. Largo como el puñal plateado que se mete entre dos partes de un campo y se convierte en una carretera. No sé quién va a cuidar de mí pero tendría que soportar llevar conmigo el dolor de mi madre cuando no estoy. Puedo volver a las 6 y 30 de la mañana, cruzar calles cubiertas de cohetes explotados y botellas rotas, estalladas por explosiones. Puedo volver a mi casa tranquilizar los ánimos. Aunque sé que eso no es suficiente.
En la casa en la que estoy no hay gente adulta que termine con esta fiesta. Ese detalle me llena de indignación porque significa que voy a tener que ser yo quien le de fin a esa mierda adolescente. Entro al cuarto y todos siguen en la misma. Repiten los movimientos con ritmo hipnótico. Ya no hacen lo que estaban haciendo al principio, solo mantienen las formas. Porque, si no, ¿cuál sería el próximo paso? Entonces sí, mi decisión es la correcta, tengo que terminar con ese ritmo porque si no lo hago van a quedar aislados motorizando una energía perdida.

jueves

Ahora voy caminando por un pasillo libre que dejan las cañas de azúcar. Un rifle me baila colgado en la espalda. Yo siento que llevo una guitarra para cantar sobre un escenario alguna canción. En la mano tengo un bidón cargado. Los cuerpos están desparramados entre los surcos. Algunos están por la mitad. Los chanchos que comen la maleza están muy contentos. Veo la esperanza en los ojos de los chanchitos bebés. Pronto van a crecer y van a enterrar el hocico hasta arrancar las raíces de los cultivos. Volarán avionetas rociando veneno para ahuyentarlos y ellos se esconderán en sus cuevas y luego saldrán mas fuertes y nada de lo que haya en el mundo será bondadoso para ellos. Con los perros sueltos pasa lo mismo. Corren entre los cañaverales, agitados, muertos de sed y de felicidad porque sienten que un aire, una mano invisible, una luz suprema, algo que no pueden oler ha venido a ordenar de justicia a los campos. Los amos están tirados en el piso. A algunos les falta la cabeza, otros están desmembrados en la zona de los brazos y las piernas. Las piezas que les faltan a los cuerpos fueron a parar a un festín organizado por los chanchos y los perros y algunas aves perdidas que revoloteaban de paso y decidieron quedarse unas noches a pasarla bien.
Yo sé que el resto que sobrevivió está esperándome. Sé que están escondidos en la zona. Ellos conocen el territorio mejor que yo. Lo estudiaron antes. Yo no quise. Por eso camino camino con mi rifle y mi bidón y una linterna prendida agarrada a la cintura. Tal vez están usando largavistas. Teleobjetivos. Y tal vez yo no pueda verlos porque ellos están a una distancia que no me permitiría descubrirlos si no uso algún aparato con zoom. Decía que camino sabiendo que pueden dispararme a la espalda. Porque si los tipos usan aparatos para visualizar con mayor alcance el campo de acción ¿qué les impediría usar armas con munición de mayor alcance y miras automáticas? Si me dan, me dan. Esa es la conclusión con la que camino con mi rifle al hombro. A veces piso un bulto blandusco y lo miro. Son partes que antes eran cuerpo humano. Algún tejido descompuesto. Resbaloso como la textura de la gelatina. Mezclado con hormigas negras gigantes y una comunidad de insectos que nunca antes había visto. Otras veces decido ni mirar qué es lo que voy pisando. No quiero dudar entonces sigo caminando en una única dirección. Pienso que los tipos que me están espiando pueden disparar cuando se les de la gana.

Uno de los hombres rudos se para a mi lado y me dice en voz baja: la chica es hermosisima y tiene una infinita cara de culo. Mirála cómo trata a la gente. Mirála, tiene mucho odio ¿Cuánto odio puede tener una chica tan linda para darnos? Me gustaría preguntárselo ¿Por qué sos tan bella y por qué odiás todo lo que mirás?. No tendrías que pasarla mal. Para qué. Las mujeres que están tan buenas como vos solo deberían andar por la vida cagándose de risa. Bajándole la caña a todos los muchachotes fornidos y guitudos que se les crucen.
Se ríe y se le pone la cara colorada. Colorada como los alcohólicos. Como un cerebro que va a estallar contra las paredes del ascensor. Casi veo la velocidad por la que corre la sangre a través de sus venas. Se ahoga de la risa. El esmalte de sus dientes es amarillo. Es completamente amarillo. La chica lo mira y comienza a reírse también. Los dientes de ella son blancos y están ubicados todos donde tienen que estar. No hay falta de armonía en las hileras de sus dientes. Su sonrisa se sostiene gracias a la oblicuidad de su dentadura. Veo un prado fresco gracias a la menta y a los limones. Eso es lo que veo cuando la chica sonríe. Y también veo una caverna de la que entran y salen unas ratitas amarillas. Picarescas y desagradables, jugueteando entre ellas. Eso es lo que veo cuando el policía me muestra sus dientes. Y él lo sabe y le genera un inigualable placer.
Bajamos unas escaleras y nos acercamos a los calefactores. El calor que tiran me da en el cuello y me seca la transpiración que traje de la calle.
Esperamos un ascensor que nunca paraba en nuestro piso. Y cuando paró, después de mucho tiempo de esperarlo, una chica abrió la puerta y le vi la cruz de cartuchos dorados que llevaba sobre su torso.  No soy una cazadora, me dijo, solo vengo a avisarles que este ascensor no para en planta baja. Yo miré al espejo que estaba colgado en el ascensor y vi que por detrás mio bajaban las escaleras unos hombres fuertes, con la piel de la cara ajada y una gorra que decía PFA en amarillo. Le contesto a la chica del ascensor que mi cliente está esposado y que necesitamos el ascensor con mucha mas urgencia que el resto de las personas que está subida ahí, yendo de un piso al otro, chequeando juicios que no se van a terminar hoy mismo.  
Me mira pero no me responde. Los pasajeros del ascensor buscan papeles en carpetas, trabajan amontonados dentro de ese cuadrado. Los hombres de gorra se paran detrás de mí. Las chica que comanda el ascensor dice: ellos son búhos, tienen sangres fosforescente. usted entiende, usted sabe lo que le estoy diciendo. los búhos vuelan de árbol en árbol por la noche y pueden verse unos a otros gracias a la sangre. 
En cambio usted no es nada, no es ningún animal ¿usted podría comprobarme su velocidad? Me refiero a que usted no ha heredado la velocidad de ningún animal de primera linea. 
Mi cliente me dice en secreto: se refiere a que usted ahora está soñando. Que ahora es jueves y que son las 7 y 30 de la mañana. Alarma. Apague teléfono. Alarma. Alarma. 

lunes

tenía todo el cuello transpirado
y soñaba que sostenía el volante de un tractor
y que desde atrás me decían
no podes doblar
no podes frenar
no te salen bien los cambios
pobre persona la que te contrató
ojalá nunca se entere lo mal que manejás
no te des la vuelta
no podés mirar al pasajero que llevas atrás

hablaba por radio con alguien
le decía: es la llegada de la nueva estación
quiero volver y secarme todo el cuerpo
después acostarme en una cama
en un cuarto
en una casa limpia y ordenada





viernes

Encontrado en un papel tirado en el piso de una traffic

-te acordás cómo chateabamos por acá?
-sí, estás melanco?
-no, estoy en el midwest, morón
-yo recién me acordé de vos porque también engordé y ya me estoy
poniendo ropa de gorda toda suelta
-morón es un spaghetti western. Por estar pensando en los tipos todo
el día estamos así
-ya se. Estoy viendo las fotos de una amiga del primario que era obesa
y ahora es mas flaca que nosotras
-nosotras perdemos mucho el tiempo, te diste cuenta?
-yo estuve bastante productiva esta semana. Aunque sigo perdiendo
mucho el tiempo.
-sí yo también, pero a perder el tiempo de otra manera me refería. No
todo es tan literal
-ya te pones mala
- y vos  desganada
-nada que ver. La cosa es que G. B. esta re flaca
-bien por ella, a mi nunca me va a dejar de gustar el alcohol
- a mi tampoco

Alecsia. 


Deseo abducir un rayo con mi mente
y convertirme en un mono delincuente y drogadicto
deseo a los relampagos que iluminan las sombras de los balcones
deseo las historias que construyen los varados
aspiro a encontrar el ritmo que usan los que se juegan por cualquiera
deseo el sonido del aire revuelto por la humedad y los truenos
que se estacione una traffic con vidrios polarizados y me invite a subir
a andar por ahi
mirando los pedazos de animales atropellados en las rutas
y a la mierda todo el deseo de progreso
la circunspección para seguir los pasos para llegar a ser algo
algo como qué
a la mierda todos
las luz que hace juego de flashes sobre los balcones del enemigo
no me ofrece ninguna pista favorable

lunes

Liviano y potente


El tipo vende por televisión un dispositivo que pinta paredes con un rociador
compite con su compañera que usa un rodillo
él tiene un motor compresor que pinta parejo
ella hace fuerza con el brazo hasta emparejar una superficie grumosa dentro de un set de television
él, mientras tanto, le cuenta que su maquina es comoda, liviana y economica
ella observa la performance de su compañero y queda absorta
él puede contra cualquier superficie
ella usa la fuerza
él ahorra tiempo y se burla de los pinceles que chorrean
le cuenta que pasar una y otra vez un rodillo sobre una pared es para los tontos
ella le da la razón
todos los ambientes de una casa se convierten en show rooms
un local con todas sus luces prendidas de noche y de dia
un living congelado que resiste a la estampida de los fantasmas de la medianoche

martes

Principios de año

entré a la chacra a recuperar los veintemil dolares que me debían
rompí las bisagras de una antigua caja fuerte empotrada sobre una pared
a la que confiaban la guardia a pesar de su vulnerabilidad

después caminé con la mochila pesada por el centro
el vapor de la calle y el vino de la noche anterior
me carcomían la boca del estomago

tuve inmensas ganas de desplomarme sobre el capot de un taxi
pero la chapa largaba una temperatura que me hubiera dejado una cicatriz en la mejilla
entonces vi que me rodeaban los bancos
y consulté la hora en un reloj enorme y brillante que ahora llevo puesto
tuve ganas de llorar
el teléfono no sonaba y yo estaba esperando que eso pase

la gente copaba las veredas y compraba todo lo que encontraba a su paso
quise ser un ente invisible y bailar entre los minúsculos espacios vacíos
avisarle a mi mamá que todo estaba bien
generar un viento que calme el calor del asfalto
y borre las huellas que dejé en mis trabajos pasados
pero de ninguna manera voy a entregarme
ni a desbaratar, una a una, las cosas que llevo conmigo


jueves

Hacia el Norte, la avalancha


a esta hora un grupo de motos cruza un puente que tiene encima una vía abandonada
me gusta escuchar los caños de escape de baja cilindrada
y pensar a dónde van todas juntas
como la aparición de un gran dibujo 
construido por aviones que hacen piruetas en el aire

hoy alrededor de la pileta vi un desierto
y dentro del desierto un solo cowboy trazando una linea confusa
encontrando viejos esqueletos a su paso
metí la cabeza en una nube de polvo fino y ondulante
y vi a la arena que solo vive en paisajes lejanos
después miré el agua 
un agua refrescante donde nada la primera estrella que aparece en la tarde

mi nuevo perro viene caminando hacia mí
el cowboy que trazaba el desierto virgen 
llevaba a su perro moribundo junto a él en su montura
toda la noche por un camino de polvo y niebla
como el final de True Grit cuando Jeff Bredges lleva a su pequeña amiga agonizando
intentando salvarla de algo
o simplemente para no dejarla atrapada en el medio de la nada