sábado

es impresionante de coquetas que andan las criaturas hoy en día

las niñas que en esta primera decada del siglo 21 están cursando su niñez, comienzan a depilarse alrededor de los 10 años. la estructura arquitectónica para los depiladeros dentro los centros de belleza se basa en boxes rectangulares donde cabe una camilla, un ventilador, una parrilla fluorescente y un esquinero para guardar el talco y la pinza de depilar. cada box -uno a la par del otro dentro de un pasillo- consta de una cortina de plástico como delimitación de la privacidad entre el pasillo y la señorita semidesnuda sobre la camilla. los tachos de cera caliente están depositados al final del largo pasillo y se fragmentan en jarros de lata como los viejos artefactos con los que se hervía la leche para el café. cada box está separado por paneles de durlock que no alcanzan el techo por lo que, prácticamente, las conversaciones entre las mujeres y la depiladora se funden en una sola charla, casi siempre a cerca de: si la piel está seca o si está humectada y cuál de estas dos alternativas es la óptima para el momento de la extracción del vello, también se toca mucho el tema del pelo encarnado y de la máquina de afeitar. por el pasillo no circulan hombres. no hay reglas preestabecidas pero se respira en el ambiente un aroma que repele a los tipos. el instante del desgarre de la cera es un tiempo fuera de cualquier linea temporal, mucho más, si la extracción opera en la zona del cavado, a centímetros de la cavidad vaginal. los poros se desfloran y se hinchan inmediatamente dejando rojiza y sensible hasta las lágrimas  toda la piel por donde la cera ha sido adosada. para acallar el dolor, la depiladora pega una palmaditas y esparce talco. la mujer del box de la derecha, semidesnuda, con la bombacha atada a un gancho de la soga sobre el pubis, cuenta que su hija de 10 años ya manipula botes de cera y acude a centros de belleza para ser esquilada, otros boxes se hacen eco del tema y cuentan que las niñas lloran al sentir esa goma espesa y caliente sobre las piernas.
pienso qué es lo que me lleva a acostarme en una camilla llena de pelos de otras mujeres y a entregar mis partes más íntimas a los ojos de la chica que pasa un palito de helado con cera tan cerca de mis órganos sexuales, y quien, finalmente termina observando como nadie -ni siquiera yo misma- mis imperfeccciones, mis zonas más fláccidas que otras, mis pozos, mis estrías, el modo en el que me estremezco al sentir los tirones, la forma en la que se dilatan los poros, el momento en que mis musculos se relajan y suspiro profundo y ese tiempo está fuera de la línea autobiográfica de una persona. un tiempo paralelo.  

1 comentario:

  1. palabras que me parecen guay: cavidad vaginal, palmadita, talco, palito de helado

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