jueves

Bajé sin los diarios y la galería estaba cubierta de parlantes, caballetes y demás artículos que acaban de aparecer. Había llegado la banda del karateca. La clásica agrupación constituida por hombres y mujeres jóvenes que con esfuerzo y dedicación producían un evento circundante al asado. Al parecer las cosas se daban de ese modo.
Un asado era un llamado para montar mini eventos alrededor de él. El karateca hacía esfuerzos buena onda para integrarme al grupo para que así, de tal manera, haya un nuevo integrante buena onda mas. Mi mal humor no me permitía la lucidez suficiente como para ser adulto y charlar o interesarme sobre las cositas que iban produciendo. En cambio, me dediqué a confrontar y a no entender sus motivos. Igual pude observarlos, ahí, tan concentrados en enchufar cables y mover de acá para allá adminiculos.
Concentrados en sus tareas y muy sueltos y relajados, algunos largaban risotadas de excitacion y otro operaban en silencio.
Las chicas pintaban carteles con tempera sobre cartulinas y después los pegaban en lo alto de las paredes y los enmarcaban con guirnaldas. Un grupo preparaba el  acompañamiento de la carne en la cocina mientras discutían sobre las bandas de reggaeton que elegía el que tenía el rol de DJ. Pregunté, cómo pude, qué estaban haciendo y al pasar me contestaron que armaban una tocada. Que al final la banda que se había formado en la noche de navidad se había copado y querían seguir con el proyecto.
Me gritaron desde la esquina del asador dónde tenía los diarios y les dije que no había encontrado nada. El problema se resolvió rapidísimo. Uno de los chicos, descalzo y en bermudas, subió a la misma habitación a la que me habían mandado, trajo la pila de diarios  que yo no me había animado a tocar y la dejó sobre la mesada.
Completaron el armado del fuego y todos transpirábamos cada vez mas. Goteábamos con facilidad. Pero la cuestión no era preocupante. Los hombres quedaron con el torso desnudo y las mujeres se pusieron bikinis.
Tema resuelto.

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