sábado

camino todas las mañanas a través de una plaza. llego al palacio y subo las escaleras.
hay mucha gente ridícula. y hay palomas
sobre los globos de las lamparas.
si se cayera alguna, explotaría como esas cosas
que de momento a otro
seguro
sabés que no pueden sostenerse más.
es un lugar donde las corrientes de aire
se desplazan a la velocidad en que la seda se raja
te pasa el viento por debajo de la naríz
y hace oler el propio aliento.
a veces fumo muy temprano
a veces me cuesta tanto
que, a duras penas, los restos de la pasta de dientes
pulula entre el labio superior y las fosas nasales.
es absurdo, pero me paro en algunas de las mamparas
de cualquiera de los 3 pisos del palacio
y trato de buscarte.
nunca fuiste conmigo.
pero te confundo en los amontonamientos de los lunes y jueves.
entonces apuro el paso o me detengo.
veo tantas caras. tantos pies.
escucho conversaciones que no logran traerme a este mundo.
yo voy cruzando un subterráneo
donde los pájaros se me tiran encima
y me llenan de polvo y plumas.
voy trazando un prado oscurecido
por el follaje de la arboleda.
voy delineando un canal
donde irán a perderse las embarcaciones.
voy entrando al espacio donde la nave va a expulsarme
sin casco
sin oxígeno
sin traje de navegante.

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