jueves

Bajamos unas escaleras y nos acercamos a los calefactores. El calor que tiran me da en el cuello y me seca la transpiración que traje de la calle.
Esperamos un ascensor que nunca paraba en nuestro piso. Y cuando paró, después de mucho tiempo de esperarlo, una chica abrió la puerta y le vi la cruz de cartuchos dorados que llevaba sobre su torso.  No soy una cazadora, me dijo, solo vengo a avisarles que este ascensor no para en planta baja. Yo miré al espejo que estaba colgado en el ascensor y vi que por detrás mio bajaban las escaleras unos hombres fuertes, con la piel de la cara ajada y una gorra que decía PFA en amarillo. Le contesto a la chica del ascensor que mi cliente está esposado y que necesitamos el ascensor con mucha mas urgencia que el resto de las personas que está subida ahí, yendo de un piso al otro, chequeando juicios que no se van a terminar hoy mismo.  
Me mira pero no me responde. Los pasajeros del ascensor buscan papeles en carpetas, trabajan amontonados dentro de ese cuadrado. Los hombres de gorra se paran detrás de mí. Las chica que comanda el ascensor dice: ellos son búhos, tienen sangres fosforescente. usted entiende, usted sabe lo que le estoy diciendo. los búhos vuelan de árbol en árbol por la noche y pueden verse unos a otros gracias a la sangre. 
En cambio usted no es nada, no es ningún animal ¿usted podría comprobarme su velocidad? Me refiero a que usted no ha heredado la velocidad de ningún animal de primera linea. 
Mi cliente me dice en secreto: se refiere a que usted ahora está soñando. Que ahora es jueves y que son las 7 y 30 de la mañana. Alarma. Apague teléfono. Alarma. Alarma. 

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